martes, 25 de marzo de 2014

El niño que siempre quiso escribir imaginativas aventuras

Luis nació hace muchos años. Cuando era un niño pequeño, le encantaba que su mamá y su papá le leyeran cuentos. A todas horas les pedía que le contasen uno. Era su gran pasión. Incluso cuando estaba solo, ojeaba los dibujos, recordaba la historia o se inventaba sus propias e imaginativas aventuras.
Luis se hizo más mayor. Era un niño más grande. Aprendió a manejar esas palabras que antaño fueron imaginativas aventuras dotadas de significado gracias a los dibujos. Leyó una y otra vez todo tipo de cuentos y relatos. Y volvió a crear hisotiras.  Ahora las escribía él mismo.
Luis se hizo aún más mayor. Mucho más mayor. Olvidó aquellas imaginativas aventuras que tanto le gustaban cuando era niño. Ya casi no leía. Ya no contaba historias.
Pero un día, Luis, que ya se había hecho muy mayor, comenzó a recordar. Se acordó de lo mucho que le gustaban aquellas imaginativas aventuras que se inventaba. Le venía a la memoria lo mucho que le gustaba leer una y otra vez. Y que le leyeran. Le gustaban los cuentos. Y él mismo volvió a escribir.
Luis ya no volvió a ser un niño, pero nunca dejó de soñar con imaginativas aventuras. Nunca dejó de leerlas. Y tampoco dejó de escribirlas.

lunes, 10 de febrero de 2014

Me dijo

Una vez, soñando, entré en la mente de mi niño... Y fue el viaje más maravilloso del mundo. Él aún no hablaba, era un bebé de apenas 11 meses. Sin embargo, me dijo mucho...
Me dijo que le amara cada día más, como si fuese el último...
Me dijo que le cuidase con mucho mimo porque era una personita delicada...
Me dijo que estuviese muy preocupado por él, porque era el centro de mi universo...
Me dijo que le diese mimos y cariñines cuando no podía comer o dormir porque estuviese enfermo...
Me dijo que no me olvidase nunca de él, pues yo era la primera y última persona en la que él pensaba...
Y me dijo que siempre, siempre, tratase de ponerme en su mente, pues ella era pequeñita y áun no razonaba como la de un adulto, pero para él sus problemas eran tan importantes como para mí los míos...
Así hice... y no me arrepiento, pues criarle, amarle, comprenderle y cuidarle ha sido lo mejor de mi vida.

miércoles, 29 de enero de 2014

El niño rico (continuación)

El papá del niño rico trabajaba todo el día. No tenía un sólo segundo para dedicárselo a su familia.
La mamá del niño rico trabajaba todo el día. No tenía un sólo segundo para dedicárselo a su familia.
El niño rico estaba siempre solo en casa. Sólo la niñera pobre cuidaba de él.
El niño rico no tenía nunca compañía de otros niños de su edad.
El niño rico era educado en casa, por los mejores profesores y las mejores institutrices.
El niño rico siempre jugaba solo. No quería jugar con nadie que no fuese él mismo.
El niño rico tenia todos los juguetes del mundo. Por eso le daba igual romperlos. Tenia más.
El niño rico conseguía todo lo que se proponia. Sus papás le regalaban todo lo que él deseaba.
Pero en el fondo, y el niño rico aún no lo sabía, sí que había algo que el deseaba con todas sus fuerzas...
El niño rico aún no sabía que deseaba no sentirse tan solo...
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lunes, 13 de enero de 2014

La tierra de los chupetes

Pablo era un niño de tres años muy apegado a su chupete. Habían sido muchos años de compañía y consuelo incondicional. Noches de insomnio sólo superadas gracias a su presencia. Rabietas que sólo se calmaban con un buen apretón de dientes a su tetina.Tristezas insondables que encontraban sosiego y calma con su ayuda...
Pero Pablo se había hecho mayor. Y su chupete ya no podía seguir haciéndole compañía. Él aún no lo sabía. Pero ya no le necesitaba. Y su chupete lo sabía. Debía marcharse. Esta vez para siempre. Era una separación difícil. Lo malo es que a la misma vez era necesario...
El chupete debía partir a la tierra a la que van todos los chupetes cuando sus niños se hacen mayores. Eso calmaba un poco a Pablo. Sabía que se acordaría siempre de el. La calma y el consuelo siempre le acompañarían. Para siempre. Sabía que viviría en un lugar donde estaría feliz, rodeado de los suyos. Una tierra llena de todos los chupetes del mundo que habían hecho felices y sanos a los niños con los que habían compartido sus primeros pasos en la vida. Y desde allí le vería crecer, feliz y pleno, en parte, gracias al consuelo ofrecido.
Pablo supo que su unión era para siempre. Su chupete siempre velaría por él desde la tierra de los chupetes. Esa tierra donde iban todos los chupetes que en algún momento habían hecho feliz a un niño. Eso le tranquilizaba. Le relajaba. Le hacía sentirse bien. Siempre estarían juntos. Siempre le llevaría en su corazón. Siempre se sentiría protegido. Siempre estarían unidos. Siempre...

martes, 17 de diciembre de 2013

La vida de Tino Martín

La vida de Tino Martín cambió el día que él mismo quiso que así fuera. Era un chico joven, viviendo una existencia rutinaria. Trabajaba en aquello para lo que había estudiado y trataba de no salirse demasiado del tiesto. Siempre hacía lo que se esparaba de él.
Tino Martín era un chico más. Había muchos como él. Era alto, joven, bien parecido con su pelo moreno siempre bien peinado, sus ojos castaños y una pequeña boca que no decía nada más allá de lo conveniente.
Tenía un trabajo aburrido. Tenía una novia aburrida. Tenía una familia aburrida. Tenía unos amigos aburridos. Hasta él mismo era aburrido. O al menos, es lo que parecía.
El problema que tenía Tino Martín, es que él no era aburrido. Tenía sueños. Era un muchacho muy imaginativo. Quería viajar, ver el mundo que le rodeaba. El mundo de verdad.
Tino Martín se comportaba como se esperaba de él, no como era de verdad. Pero eso iba a cambiar, aunque él aún no sabía nada...
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miércoles, 4 de diciembre de 2013

A modo de canción

Había una vez un niñito pequeñito. Un niñito pequeñito que no sabía caminar...
Pasaron un, dos, tres... cuatro, cinco, seis semanas...
Y aquel niñito que no sabía caminar, aquel niñito caminó...
Y no sólo caminó, si no que caminó y caminó... y dio la vuelta al mundo, y volvió al mismo lugar del que partió.

jueves, 21 de noviembre de 2013

La mala suerte

Catia se preguntaba una y otra vez por qué tenía tanta mala suerte.
Catia trataba de ser una buena niña, aunque era cierto que no siempre se portaba bien. A veces, cuando su mamá la llamaba, ella se hacía la distraída.
Catia intentaba portarse de forma correcta, aunque era cierto que no siempre lo conseguía. A veces, cuando su papá quería jugar con ella y no le apetecía, se hacía la distraída.
Catia tenía muchos juguetes, pero no todos le gustaban, aunque la verdad es que no le gustaba ninguno. A veces, cuando su abuelita le regalaba uno, ella se hacía la distraída.
Por estos motivos, Catia no entendía por qué tenía tanta mala suerte.
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